En los últimos años, y con mayor fuerza en 2025, un cambio profundo ha surgido en el papel de la publicidad dentro de la sociedad mexicana. Ya no basta con vender un producto o posicionar una marca, la verdadera influencia de una campaña radica en su capacidad para conectar emocionalmente con las personas, respetar los valores culturales y contribuir, de forma honesta, al entorno social.
Durante mucho tiempo, la publicidad se construyó sobre una lógica de persuasión que, en muchos casos caía a ser manipulativo con frases exageradas, estereotipos y promesas eran recursos comunes. Sin embargo, las audiencias de hoy, especialmente las generaciones jóvenes, son más críticas, informadas y exigentes. Desean consumir marcas que representen algo más que utilidad: buscan empresas con propósito, autenticidad y coherencia.
Este cambio en la percepción obliga a los publicistas y asesores a formular una nueva forma de trabajo. Se trata de entender no solo qué quiere vender la marca, sino cómo lo hace, a quién afecta, y qué impacto genera a nivel ambiental, cultural y social.
Impacto positivo como ventaja competitiva
Lejos de ser una postura “idealista”, la publicidad con enfoque social se ha convertido en una poderosa ventaja competitiva. Marcas que abordan temas como el reciclaje, la igualdad de género, la inclusión de personas con discapacidad o el respeto a las culturas indígenas logran diferenciarse en mercados saturados. Pero no basta con sumarse a causas de moda: el compromiso debe ser real, coherente y sustentable.
En asesorías se insiste en que toda acción publicitaria con enfoque social debe estar respaldada por acciones internas. No se puede hablar de inclusión si la empresa no tiene políticas inclusivas así mismo no se puede promover la sustentabilidad si sus procesos contaminan. La publicidad ética exige congruencia.
El rol de un asesor tiene una responsabilidad clave: ser el puente entre el discurso de la marca y la realidad de las audiencias. No solo ser creativos o estrategas; también ser guardianes del mensaje y sus consecuencias. En un país como México, con profundas desigualdades y una rica diversidad cultural, esto cobra especial relevancia.
Asesorar con ética implica hacer preguntas incómodas, rechazar campañas que refuercen estigmas y buscar soluciones creativas que promuevan el respeto, la inclusión y la empatía. También implica estar en constante aprendizaje sobre los contextos sociales que afectan a nuestras comunidades.
La publicidad ética y su enfoque social no es una moda pasajera: es la evolución natural de una industria que quiere mantenerse vigente en un mundo cada vez más consciente. El rol de un asesor publicitario en México tiene la oportunidad, así como el deber de impulsar mensajes que no solo vendan, sino que también construyan. Ya que al final, las marcas que se alinean con valores reales no solo ganan mercado, sino autenticidad, pertenencia y respeto.
By: JPTR