La arquitectura regional es singular y fascinante. Es un híbrido producto de la sociedad heterogénea compuesta por personas provenientes de todo el país y del extranjero. La riqueza cultural que trajeron consigo los diversos habitantes componen el valor que la identifica. Los unifica una cultura “mar y desierto”, de mimetizar sus expresiones con la calma del desierto y la fuerza y color del mar.

Los primeros habitantes vivían a la intemperie o bajo árboles. Con la llegada de los misioneros en 1697, se construyen las primeras misiones o iglesias extendidas a lo largo de la península; eran a base de piedra y cal.

En la época colonial, llega una ola de extranjeros: ingleses, franceses, asiáticos y holandeses. Se crea una riqueza cultural y se plasma en las ciudades con una influencia de arquitectura francesa del siglo XIX, caracterizada por cornisas, jardines, arcos y elementos ornamentales. Las comunidades lejos de las “grandes ciudades” habitaban en viviendas que principalmente se construían con adobe, tenían paredes anchas y techos altos de madera y palma, corredores y terrazas.

Avanzando hacia la actualidad, en la década de los 50, la población comenzó a crecer y emergieron nuevas actividades económicas como la pesca y el turismo. En esta época hay una gran influencia de California, implementada por los arquitectos norteamericanos y se visualiza en los primeros hoteles que se construyeron. En los años 70, la infraestructura turística en Los Cabos comienza y aprovechaban los elementos naturales de la región. En los años 90, se ve una tendencia de modernismo y al mismo tiempo, un estilo mexicano-mediterráneo.

Baja California Sur se reconoce como un lugar tradicionalista y regionalista, es difícil para los habitantes adaptarse a los cambios, sin embargo, enfrentamos la globalización a pasos agigantados. Ahora sí está la cuestión de adaptarse o morir. El velo sepia que cubría nuestro país ante los ojos del mundo se ha desvanecido y ahora somos uno de los destinos más importantes del mundo. El cambio es inevitable, y la prueba de eso es la zona de Los Cabos. En las últimas décadas, se han desplazado los aplanados rústicos, las losas inclinadas con teja, los ornamentos de herrería por la vanguardia y el minimalismo. Las tendencias actuales de los hoteles de lujo son edificios contemporáneos de concreto y cristal.

Diversos arquitectos han tropicalizado los elementos distintivos de la naturaleza que los rodea, el mar y el desierto, para plasmarlos en sus diseños. Los últimos proyectos de arquitectura coinciden en un estilo simple y elegante. Los caracteriza grandes ventanales, tonalidades cálidas, muros en color arena con detalles de piedra y madera, y se combinan con la topografía y la vegetación endémica. Los espacios tienen la finalidad de dirigir la mirada de los huéspedes hacia el horizonte.

Incluso los hoteles existentes han adaptado sus estilos para hacer la combinación perfecta entre lo antiguo y lo actual. Cambiando paredes que originalmente eran rosas mexicanas a blancas, reemplazando grandes muebles de madera por un amueblado minimalista para no quedarse atrás.

Definitivamente, Los Cabos compite en la lista de destinos de lujo a nivel mundial, su particular combinación entre resorts exclusivos con un estilo minimalista y edificios antiguos con un estilo francés, hace que sea una mezcla de cultura incomparable.